28 ene 2019

“La mayor parte de los costes son asumidos por las personas cuidadoras de enfermos de Alzheimer”

Por Lorena Muñoz

Las demencias, y su dependencia asociada, afectan en España a una cifra superior a las 500.00 personas, y en Andalucía son más de 91.000. El investigador de la Universidad de Granada, Manuel Ruiz-Adame Reina centra su tesis, ganadora del Segundo Premio Tesis Doctoral del Centro de Estudios Andaluces, en estudiar cuáles son los costes asumidos por las personas que cuidan a pacientes con Alzheimer y otras demencias en Andalucía. Este trabajo relaciona la aportación de los sistemas públicos de protección social y plantea una serie de mejoras. 

¿Qué le motivó a escoger este tema para su investigación?

Yo he llegado al campo de la Economía, y particularmente al de la Economía de la Salud, proveniente del de la Psicología, en la que desde que me licencié comencé a centrarme en temas de Gerontología y de Neuropsicología, y en esta conjunción especialmente focalizado en el campo de las demencias, donde llevo ejerciendo más de 25 años. Cuando me metí en el mundo de la Economía tenía claro que quería centrarme en el campo de la salud, y si ya conocía bien las demencias desde el ámbito de lo clínico, igualmente sabía que existía una laguna en el conocimiento de la aportación socio-económica que hacen las personas cuidadoras, de ahí la orientación del trabajo de mi tesis doctoral en Economía hacia los costes sociales de las demencias.

Uno de los objetivos que se plantea y da título a su trabajo tiene que ver con el coste que asumen las personas cuidadoras ¿Cuáles son las principales conclusiones a las que ha llegado?

Uno es muy claro y lo remarco desde el inicio. La mayor parte de los costes son asumidos por las personas cuidadoras, y estos costes son mayores conforme la enfermedad evoluciona. La mayor parte son costes indirectos, costes de oportunidad, que no suponen un desembolso, pero que provienen de la renuncia de las personas que cuidan a otros de usos de su tiempo en actividades que tienen un valor.

En su tesis aborda la contribución que aportan las personas cuidadoras a nivel emocional y físico, además de económico ¿Podría cifrarlas?

La tesis se ha hecho sobre datos de 2012, y para que nos hagamos una idea a nivel macro de cuánto supone la aportación de las personas cuidadoras, si se valora desde el punto de vista de los costes de oportunidad, la aportación de las mismas supondría un 1,22% del PIB de Andalucía. Pero si a estas personas se las sustituyera por cuidadores o cuidadoras profesionales sin una formación específica el porcentaje se eleva al 1,70% del PIB de Andalucía. Y si valoramos los costes de sustitución por cuidadores con una titulación específica como auxiliares de clínica, la aportación supondría el 2,71% del PIB andaluz.  Cifras que además ya han crecido porque al tratarse de una enfermedad vinculada al proceso de envejecimiento las cantidades están en continua expansión.

La cuestión está en que frecuentemente lo que se mide es lo que se desembolsa, los costes directos, y estos no son altos ni para las familias, ni para la Administración. Hablamos de cifras al año que van desde los 3.500€ a los 6.300€ para las familias. Y para la Administración desde los 2.100€ a los 5.300€ al año, según niveles de gravedad. Cuando realmente se disparan es cuando se comienzan a valorar los costes indirectos, ya sea por el método de los costes de oportunidad o por cualquiera de los escenarios de costes de sustitución. Aquí las cifras de los costes de las familias y los de la Administración se distancian mucho. Los costes suben de manera exponencial con la evolución. Para las familias suponen en estos casos desde unos 3.600€/año para situaciones leves, hasta más de 28.000€/año para las graves, y en el caso de costes de sustitución llegan a cifras de 57.800€, con un promedio de 45.200€, si ésta es por profesionales especializados.

¿Son suficientes las coberturas sanitarias y sociales que existen en la actualidad?

Las prestaciones sanitarias que se ofrecen en España, a nivel clínico, son de primer nivel. La formación y los medios de diagnóstico que se utilizan son tan buenos como los de cualquier otro país desarrollado, si no mejores. Lamentablemente a nivel de tratamiento las limitaciones son aún muchas, pero son las mismas que en el mejor de los sistemas que valoráramos. 

En cuanto a prestaciones sociales, desde la aprobación de la conocida como Ley de Dependencia, se han mejorado mucho las coberturas, y en Andalucía comparativamente incluso se han desarrollado más que en otras comunidades. No obstante, no hay que dejar de tener en cuenta que esta es una enfermedad que requiere de un grado de atención personal muy alto, con lo cual, difícilmente se puede dar un aprobado a estas prestaciones que son escasas casi por definición.

¿Existen diferencias significativas entre los datos de Andalucía y España?

En cuanto a cifras de afectados va en proporción a la población de riesgo. Andalucía es una de las comunidades con más población por lo que también tiene un volumen alto de afectados, más de 83.000 según estimaciones, y a esto hay que sumar las personas cuidadoras, con lo que salen cifras enormes.  Además, es un destino de turismo de personas jubiladas, algunas de las cuales terminan por decidir asentarse en nuestra comunidad atraídas por el buen clima, y los buenos servicios sanitarios.

En cuanto a costes, no existe un estudio equivalente en otras regiones, pero cabe pensar que por niveles de vida, en el norte resulten más elevados tanto los directos, como los indirectos.

En su tesis plantea una serie de mejoras. ¿Cuáles considera más importantes y necesarias?

Los costes son muy discretos en las fases iniciales, un tratamiento curativo o incluso que detenga la evolución por el momento no está en el horizonte, luego si se trabajara en la detección temprana de los primeros signos y se fomentara la estimulación cognitiva posiblemente en muchos casos se conseguiría enlentecer la progresión, con lo que la persona y su entorno ganarían calidad de vida, y el coste se reduciría notablemente.

La expresión clínica de las demencias está vinculada con niveles de educativos. Hay que dedicar más atención a la formación a todos los niveles, y en todas las edades. La inversión en educación es una enorme fuente de externalidades positivas, también en este campo.

Otra importante cuestión es ser consciente de que el actual modelo de cuidado informal, basado en la aportación de amas de casa está en proceso de extinción. Las mujeres de la siguiente generación son personas con mayor nivel de formación, más integradas en el mercado laboral, y con mayor movilidad. Será necesario ir planteando una atención más profesionalizada, lo cual supone una más amplia red de centros, más variados, y con profesionales con formación más específica.

 

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