28 ene 2019

“Las políticas para el fomento del regadío mediante aguas subterráneas han mejorado el bienestar, la calidad de vida y el empleo en muchas comarcas andaluzas”

Por Eva de Uña

Reconocido con el tercer premio Tesis Doctoral el trabajo del investigador Francisco Javier Martínez Rodríguez aborda un tema esencial para la comprensión del proceso de industrialización de la agricultura española en la segunda mitad del siglo XX: la expansión de los regadíos y el papel de las aguas subterráneas. La capacidad del aprovechamiento eficiente de los recursos hídricos subterráneos tuvo como uno de los principales receptores la comunidad autónoma andaluza, convirtiéndose en un factor determinante del desarrollo económico y social. Un caso paradigmático es el denominado “milagro económico” de la provincia de Almería, donde un modelo de producción hortofrutícola (basado en el empleo de las aguas subterráneas) ha permitido a la provincia pasar de estar situada en la cola del ranking nacional del PIB per cápita en 1955, con sólo un 52% de la media nacional, a alcanzar un 85% de la media en el cambio de siglo. 

Asimismo esta tesis estudia la influencia de la ayuda americana en materia de cooperación económica y asistencia técnica a la agricultura española tras la firma de los Pactos de Madrid (1953) entre España y EEUU, aportando información relevante para el análisis de la intervención norteamericana en la economía española de los años cincuenta.

¿Qué le motivó a seleccionar este tema de investigación?

El tema surgió ante la necesidad de encontrar respuestas a algunas preguntas personales. Entre los distintos autores existe un claro consenso en que el aprovechamiento de las aguas subterráneas en España experimentó un boom desde la década de los cincuenta, como así se observa en las líneas de tendencia de su uso en el siglo XX. Si se analiza la evolución del PIB per cápita de muchas provincias españolas que de forma natural no disponen de aguas superficiales te das cuenta de que es también en esos años cuando su economía empieza a mejorar de forma significativa y con mucha mayor intensidad que otras zonas de España. Centrando la mirada en detalle sobre estas zonas, es también a partir de entonces cuando evoluciona su agricultura, mejoran su abastecimiento urbano y surge el turismo, sin lugar a dudas gracias a la disponibilidad de aguas subterráneas para su desarrollo. 

Cuáles serían los motivos por los que las aguas subterráneas no habían sido aprovechadas de una manera tan intensiva con anterioridad, a pesar de estar disponibles desde siempre, sin lugar a dudas fue la primera pregunta a responder. ¿Sería el incremento de su uso solo fruto de la mejora generalizada que vivió la economía española principalmente tras el Plan de Estabilización de 1959 o tendría que ver con la capacidad de solventar alguna situación de bloque tecnológico?. Y como sucede siempre que la primera pregunta es buena, tras cada respuesta fueron surgiendo unas cuantas preguntas más.

En su tesis analiza la evolución histórica y tecnológica en el aprovechamiento de las aguas subterráneas durante el siglo XX en España y su influencia en el sector agrícola, ¿cuál fue el punto de inflexión para el desarrollo de todo el potencial los recursos hídricos subterráneos en nuestro país? 

Mi investigación analiza la evolución tecnológica que se produjo a nivel internacional desde mediados del siglo XIX en los sistemas de aprovechamiento de las aguas subterráneas, por cierto muy vinculada a la de la industria del petróleo. La posibilidad de usar estas aguas de forma eficiente esta condicionada por la utilización de dos tecnologías: la que perfora el terreno y la que permite elevar el agua desde su nivel en el acuífero hasta la superficie. Estas dos tecnologías son complementarías entre sí, pues de nada sirve disponer de una perforación muy profunda con agua sin disponer de un sistema de elevación adecuado, lo mismo que sucedería de contar con un equipo de bombeo avanzado y no poder excavar hasta el nivel del agua y atravesarlo. 

Tras la acumulación de distintas mejoras menores en ambas tecnologías, puede decirse que a nivel mundial ya existía una madurez tecnológica a mediados de los años cuarenta, universalizándose su uso en las regiones de los EEUU dependientes de las aguas subterráneas. La situación económica y de aislamiento internacional de España en esa década hizo que estos paquetes tecnológicos no comenzaran a estar disponibles con normalidad para nosotros hasta el año 1955, en que comenzaron a llegar modernos equipos de perforación de sondeos a percusión y rotación, capaces de alcanzar profundidades de más de 400 metros con rapidez, y las primeras bombas electrosumergidas. La disponibilidad de este nuevo paquete tecnológico a mediados de la década de los cincuenta del pasado siglo permitiría explotar eficientemente niveles acuíferos inaccesibles hasta entonces en España, lo que marcaría el futuro de la explotación de las aguas subterráneas y, consecuentemente, del desarrollo agrícola y económico de muchas zonas como Andalucía, Murcia y la Comunidad Valenciana. 

La apertura internacional de España en los años cincuenta propició la ayuda de los Estados Unidos en el sector agrario, ¿hasta qué punto fue trascendente el concurso norteamericano?

Con los Pactos de Madrid de 1953 podría decirse, de una forma simplificada, que España cedió soberanía sobre parte de su territorio para la instalación de las bases militares de los EEUU a cambio de ayuda norteamericana para la defensa y el desarrollo económico del país. Aunque en los últimos años empieza a existir cierto consenso entre los historiadores económicos de la importancia de esta “ayuda americana”, no se había acometido ningún estudio monográfico sobre su papel en un sector productivo determinado. Una parte importante de mi tesis doctoral trata precisamente de analizar que influencia tuvo esta ayuda en la labor del Instituto Nacional de Colonización (INC), que era el organismo dependiente del Ministerio de Agricultura al que el gobierno de Franco encomendó la ardua labor de modernizar la agricultura española. 

Puede decirse que el INC se benefició de la “ayuda americana” por tres vías: mediante el destino de parte de las contrapartidas de dinero generadas por la ayuda para la ejecución directa de obras de colonización, suponiendo entre 1955 y 1963 cerca del 40% de la inversión total en este concepto del INC y dentro de las que se acometieron las primeras campañas intensivas de alumbramiento de aguas subterráneas mediante sondeos; los programas de importación de maquinaria de movimiento de tierras a gran escala mediante bulldozers, subsoladores, traíllas y motoniveladoras, y de equipos de ejecución de sondeos de captación de aguas subterráneas, por supuesto casi en la mayoría de los casos de fabricantes de los EEUU; la asistencia técnica de especialistas americanos desplazados a España en materias como concentración parcelaria, extensión agraria, riegos, aguas subterráneas, etc; y el envío de personal técnico español a formarse en los EEUU en las más variadas disciplinas, como sucedió con los principales responsables del Servicio de aguas subterráneas del INC. 

En su trabajo destaca que a partir de la segunda mitad del siglo XX las políticas estatales de fomento de regadío con aguas subterráneas tuvieron uno de los receptores principales a Andalucía ¿cuáles fueron las provincias más beneficiadas y cómo influyó en su desarrollo? 

Efectivamente, la investigación se cierra con un estudio pormenorizado de las políticas para el fomento del regadío mediante aguas subterráneas implementadas por el Estado desde 1939, que han tenido una clara trascendencia dentro de la historia contemporánea de Andalucía, transformando y mejorando el bienestar, la calidad de vida, la realidad social y el empleo en muchas comarcas y provincias andaluzas, además de redundar positivamente en términos generales en la economía andaluza y en el papel de su producción agraria en el contexto nacional y europeo, como pone de manifiesto que la provincia de Almería sea conocida desde hace años como la “huerta de Europa”. 

Queda demostrado como las políticas estatales de fomento del regadío con aguas subterráneas emprendidas durante la segunda mitad del siglo XX tuvieron de una forma muy substancial como receptora a la comunidad autónoma andaluza: un 53% del total de las zonas declaradas de alto interés nacional por el Estado mediante el empleo de aguas subterráneas para todo el territorio nacional se situaron en Andalucía, en concreto 98.453 ha en las provincias de Almería, Huelva, Sevilla y Málaga. Además, la primera vez en la historia de España en la que el Estado afrontó de una forma directa el fomento de la puesta en regadío de grandes zonas regables con la dotación de los recursos hídricos procedentes del subsuelo lo marca el inicio de la ejecución el día 28 de abril de 1943 de la perforación del pozo conocido como Pozo de Venta Vitorino en el Campo de Dalías (Almería); el primer estudio de hidrogeología regional en España se llevó cabo en la provincia de Huelva en 1964 por la empresa americana Aero Service Corporation, tras el que seguiría poco después el importante “Estudio Hidrogeológico de la Cuenca del Guadalquivir (1966-69)”; y la provincia española más beneficiada por la labor del Instituto Nacional de Colonización para el aprovechamiento de las aguas subterráneas fue la de Almería, seguida ya dentro de Andalucía por Jaén, Huelva y Granada.

La sobreexplotación de los acuíferos también es un tema presente en su investigación ¿Cuál es el estado actual de las aguas subterráneas en Andalucía y su potencial futuro?

Como hemos apuntado, el modelo agrícola basado en el aprovechamiento de las aguas subterráneas de muchas zonas de Andalucía fue promovido y fomentado desde mediados de los años cincuenta hasta finales de la década de los setenta de forma muy significativa por el Estado, sin prestar atención a la necesidad de que las extracciones se limitaran a los recursos subterráneos renovables. En aquella época las aguas subterráneas eran consideradas aun, a efectos prácticos, casi como una fuente inagotable de recursos hídricos. Sería a finales de los setenta cuando se empezaron a constatar los primeros síntomas de sobreexplotación de los acuíferos que dieron lugar a la modificación del régimen de las aguas subterráneas en España con la Ley de Aguas de 1985. Por tanto, podríamos decir que durante muchos años el desarrollo agrícola de amplias zonas de la península se fundó sobre la sobreexplotación sistemática de las aguas subterráneas. 

Este desarrollo agrícola inducido por el Estado en el pasado y los efectos de una deficiente gobernanza en el control de los usos del dominio público hidráulico desde 1985 provocó que la mayor parte de las masas de aguas subterráneas fueran calificadas por los distintos planes hidrológicos en el cambio de siglo como “en mal estado”. La situación puede decirse que persiste en la actualidad y, aunque estos planes hidrológicos han previsto una serie de medidas para mejorar su estado, no me parece probable que esta situación vaya a revertirse a corto plazo, salvo que desde la Administración hidráulica se mejore de manera considerable la actual gobernanza en la materia y se practique una gestión mucho más adecuada del dominio público hidráulico de la que se ha venido haciendo hasta la fecha. 

Considero que la obligación actual de una sociedad avanzada como la nuestra, con toda seguridad mucho más que la de los años cincuenta, sesenta y setenta, es la reducción de las extracciones en todas aquellas masas de aguas clasificadas como en mal estado, bien reduciendo la demanda por la mejora del aprovechamiento de cada gota de agua o sustituyendo los volúmenes empleados del subsuelo por otros procedentes, según proceda, de la reutilización de las aguas residuales urbanas una vez regeneradas, la desalación, etc. 

Los actuales niveles de rentabilidad de las actividades económicas que se desarrollan con el empleo de estas aguas, sobre todo en las provincias de Almería y Huelva, deberían poder soportar, a priori, la adopción de medidas encaminadas a la mejora del estado de las mismas y que entre todos no privemos a las generaciones futuras del uso y disfrute de este recurso natural, que tiene una clara naturaleza de activo ecosocial. Como una llamada al optimismo señalar que en Andalucía ya existen ejemplos en esta línea, ya que por ejemplo en el Campo de Dalías (Almería) la Junta Central de Usuarios de su masa de agua subterránea lleva algunos años con este discurso plenamente interiorizado en su modelo de gestión y adoptando medidas para la reducción de las extracciones, incluso en mayor medida que las previstas por los planes hidrológicos de la Administración. Queda esperar que se obtengan los resultados esperados y que el ejemplo cunda pronto en otras zonas de Andalucía.

 

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