El Centro de Estudios Andaluces presenta la publicación Los Diputados por Andalucía de la II República, 1931 – 1939. Diccionario biográfico, del profesor de Historia Contemporánea de la Universidad de Sevilla, Leandro Álvarez Rey. La obra ofrece una particular revisión de este periodo histórico desde la reivindicación del conocimiento de quienes integraron la élite política que representó a Andalucía en las Cortes republicanas, personas que ocuparon un puesto de especial relevancia en la dirección de los partidos y en la propia gestión del poder político.
Aunque ya existen algunos precedentes al respecto, se conoce poco aún sobre la identidad, las circunstancias personales y la trayectoria de los más de 200 diputados electos por Andalucía. Según Álvarez Rey, “la finalidad de este trabajo es la de trazar un perfil colectivo de esta élite y reivindicar, asimismo, y frente a la consideración general, el papel de primer orden que jugó Andalucía en la política republicana”. El autor explicó que en los años 30 la región tuvo un importante peso demográfico – uno de cada cinco españoles era andaluz o residía en Andalucía – “por lo que se tradujo en una notable presencia de representación parlamentaria. En las elecciones celebradas entre 1931 y 1936, llegaron a disputarse casi 300 de los escaños que compusieron las Cortes de la Segunda República. De tal manera que en cada uno de los procesos electorales de aquellos años, Andalucía envió a las Cortes algo más de 90 Diputados, un número de Diputados superior al que enviaban, todas juntas, las actuales comunidades autónomas de Asturias, Cantabria, el País Vasco, Navarra, La Rioja, Murcia, las Islas Canarias, las Baleares y las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla”.
En Andalucía no existió un único sistema de partidos durante la Segunda República, pues fueron muy numerosas las variaciones provinciales (el PSOE, por ejemplo, fue especialmente fuerte en las provincias de Jaén, Granada, Huelva y Córdoba; las derechas obtuvieron sus mejores resultados en Cádiz y, en menor medida, en Sevilla; la izquierda republicana fue preponderante en Almería y Málaga, etc.). Sí que se registraron algunas “constantes regionales” como fueron el peso del socialismo o la debilidad de unas derechas muy vinculadas a los intereses de los propietarios agrarios. También es de destacar “el papel de bisagra” que desempeñaron unos republicanos fragmentados en diversos partidos y corrientes, pero que aún así fueron capaces de alzarse con casi la mitad del total de escaños de diputados a Cortes que se disputaron en Andalucía en la Segunda República.
La mitad al menos de los diputados electos por Andalucía habían nacido en la década de 1880. A este grupo pertenecían algunas de las personalidades políticas del momento, como el sevillano Martínez Barrio; el jurista y diputado por Granada, Jiménez de Asúa; los socialistas Francisco Azorín, García-Hidalgo, Lucio Martínez Gil, o los primeros alcaldes republicanos de Huelva, Amos Sabrás; de Almería, Miguel Granados; o de Córdoba, Eloy Vaquero. Aunque la mayoría eran naturales de Andalucía, nada menos que alrededor de un 40% habían nacido fuera de ella.
Como rasgos comunes a este colectivo, Álvarez Rey destaca el hecho de que más de 70% pertenecía a la clase media-alta y provenían de profesiones liberales (abogados, médicos, farmacéuticos, ingenieros, arquitectos y bastantes profesores de universidad). Una gran mayoría consiguió hacer carrera política en la Administración: catorce de ellos llegaron a ser ministros, pero también los hubo que desempeñaron otros cargos de relevancia como subsecretarios de Estado, directores generales, embajadores, consejeros de Estado, gobernadores civiles… Destaca también el hecho, según el autor, de que más de un tercio de los diputados electos por Andalucía pertenecieron a la Masonería – casi el 70% fueron investigados en la posguerra por su pertenencia a esta organización.
A partir de un diccionario biográfico que se complementa con información específica sobre cada diputado (resumen de su actividad parlamentaria, principales obras y discursos impresos, fotografías…), Álvarez Rey trata de ofrecer una panorámica completa de la trayectoria personal de cada biografiado, deteniéndose especialmente en su papel en las Cortes y en su situación personal a partir del estallido de la Guerra Civil.
Según Álvarez Rey “uno de cada cinco diputados andaluces, medio centenar de parlamentarios, fue asesinado por la represión franquista. Esta persecución fue veinte veces más brutal y atroz que la que tuvo que sufrir y padecer el conjunto de la población andaluza”. La represión político-social de la guerra y la posguerra se extendió más allá de la eliminación física – tribunales militares, de incautación de bienes, de responsabilidades políticas, de represión de la masonería y el comunismo… “casi un centenar se vio abocado al exilio”.
Este volumen corresponde al primer tomo del diccionario biográfico (de la A a la E) e incluye un estudio preliminar del autor que pretende ayudar al lector a enmarcar la experiencia de los protagonistas en el contexto de aquellos convulsos años, ser un marco de comprensión adecuado de la historia política de Andalucía durante la Segunda República.
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