El presente trabajo, elaborado por el equipo investigador de la Universidad de Murcia compuesto por los profesores José Mª Abellán, Fernando Ignacio Sánchez, Jorge Eduardo Martínez e Ildefonso Méndez, contrasta empíricamente los fundamentos principales del que es considerado el indicador más completo que existe de los beneficios sanitarios, el denominado Año de Vida Ajustado por la Calidad (AVAC). Este indicador combina en un solo número la cantidad o esperanza de vida con la calidad que se disfruta en los años que integran dicha esperanza de vida. Los AVAC tienen muchas aplicaciones, destacando, entre otras, la evaluación económica de los programas sanitarios, el análisis de las decisiones médicas y la estimación de la salud de las poblaciones.
Las principales novedades que presenta el estudio atañen no sólo a los métodos utilizados, sino también al hecho de que los diferentes contrastes se han realizado mediante encuestas efectuadas a una amplia muestra de población general (alrededor de 650 entrevistas). En cuanto a las aportaciones metodológicas del trabajo, se aplica por vez primera un procedimiento concebido para ajustar los pesos de calidad de vida (o utilidades), teniendo en cuenta que cada año de vida transcurrido no “pesa” lo mismo. Entre otras ventajas, el mencionado ajuste permite encajar preferencias anómalas de la población, entendiendo por tales las que se ponen de manifiesto cuando los encuestados parecen sobrevalorar/infravalorar los riesgos de sufrir una enfermedad.
Además de la técnica de ajuste mencionada, el estudio efectúa cinco contrastes diferentes del modelo AVAC. Alguno de dichos contrastes es inédito en la literatura especializada, gozando de validez, tanto en el marco de la teoría de la utilidad esperada, como en el de la teoría de la utilidad no esperada. Los resultados alcanzados parecen apoyar razonablemente la validez de los AVAC, si bien sujetos a ciertas modificaciones. El estudio obtiene evidencia sólida a favor de una ponderación no lineal del tiempo de vida. Asimismo, para un número relativamente considerable de problemas de salud, hallamos evidencia contraria a la práctica habitual en evaluación económica de la sanidad, consistente en transferir las utilidades de los estados de salud del contexto de decisión en el que fueron estimadas (p.ej. un contexto de certeza) a otro contexto diferente (p.ej. un contexto de incertidumbre).
Los resultados obtenidos alertan acerca del peligro que existe de sesgar la distribución de los recursos sanitarios, de no tomarse en consideración las modificaciones apuntadas en este trabajo. Tales modificaciones, en opinión de los autores, deberían trasladarse al cálculo de los AVAC para que estos describieran apropiadamente las preferencias sociales.
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