Hace doscientos años, el 22 de febrero de 1813, las Cortes de Cádiz daban luz verde al Decreto de Abolición de la Inquisición. No fue esta ni la primera ni la última de las aboliciones del Santo Oficio, y ni siquiera fue una supresión en toda regla ya que, en su lugar, se crearon unos Tribunales de la Fe encargados de perseguir la herejía. Pero sí fue la primera vez que los españoles convertidos en ciudadanos daban carta de naturaleza jurídica a su rechazo a un tribunal que había impuesto la ortodoxia católica a sangre y fuego en todos los territorios de la Monarquía Hispánica desde su creación a finales del siglo XV.
Aunque desde nuestra actual perspectiva pueda parecer paradójico, la decisión de suprimir la Inquisición fue relativamente impopular, ya que la sociedad de la época estaba imbuida en una fuerte mentalidad religiosa y, tras casi tres siglos y medio de vigencia, las prácticas inquisitoriales habían calado profundamente en el ideario popular. Es precisamente la herencia material e inmaterial legada por la Inquisición Española a los andaluces el tema abordado por el último dosier de la revista ‘Andalucía en la Historia’ (enero-marzo de 2013), en un monográfico que ha sido coordinado por el director de la publicación, el profesor de Historia Moderna de la Universidad de Córdoba, Manuel Peña Díaz, que estará a la venta en quioscos a partir de mediados de enero.
Consciente de que la Inquisición es, junto a la Guerra Civil, el tema de nuestro pasado que ha suscitado mayor número de publicaciones dentro y fuera de nuestras fronteras, Andalucía en la Historia ha vuelto a poner el foco en el temido tribunal como ya hiciera en 2005. Si entonces el análisis se centró en la exposición de casos sufridos por víctimas del Santo Oficio y en la organización del sistema inquisitorial, en esta ocasión, bajo el título de “Inquisición, memoria de la infamia”, el dosier recoge las últimas investigaciones en torno al tribunal, su cotidianeidad y su legado. La primera de ellas es la de la profesora de la Universidad Autónoma de Barcelona Doris Moreno, quien reflexiona en torno a la construcción del mito de la Inquisición como paradigma universal de la intolerancia. Moreno responde con brillantez a la pregunta de cómo ha sido posible que la Inquisición Española se haya convertido en el sinónimo internacional indiscutible de la intolerancia, a pesar de que no fue el único tribunal inquisitorial de la Europa Moderna, ni el más longevo –lo fue la Inquisición Romana aún en vigor aunque con otras características- ni siquiera el más sangriento, un dudoso honor que recae en la Inquisición Portuguesa.
A continuación, dos jóvenes investigadores de la Universidad de Córdoba, Iván Jurado Revaliente y Rocío Alamillos Álvarez, ofrecen un recorrido por las fuentes disponibles hoy para estudiar la Inquisición y por los procesos por hechicería. La conflictiva transición al liberalismo provocó en Andalucía la destrucción de numerosos documentos de los tres tribunales de distrito (Sevilla, Córdoba y Granada). Afortunadamente, la activa correspondencia mantenida entre éstos y el Tribunal de la Suprema (con sede en la corte) ha permitido la existencia de fuentes archivísticas que permiten el estudio de la Inquisición –organización, juicios, autos de fe, inquisidores, causas y vida cotidiana- en Andalucía. También han permitido el estudio de las causas abiertas por hechicería que, por distintos motivos, experimentaron un auténtico boom a lo largo del siglo XVII.
Por su parte, el coordinador del dosier, el profesor Peña Díaz, ahonda en uno de los mecanismos principales por los que la memoria de la infamia se convirtió en una de las verdaderas razones al miedo a la Inquisición durante toda su existencia: el castigo a los condenados por la Inquisición de vestir un sambenito durante varios años al salir de casa y la obligación, una vez cumplida la sentencia, de colgar estos hábitos a la vista de todos en la iglesia (con su nombre impreso en la tela) para que la infamia se mantuviese viva y contaminase a distintas generaciones de una misma familia.
Por último, el archivero del Archivo General de Andalucía Antonio José García Sánchez recorre las claves del decreto de Abolición de la Inquisición sancionado por las Cortes de Cádiz.
Asimismo, para celebrar su décimo año de vida, la revista publica una sección especial de libros en la que los miembros de su consejo editorial ofrecen una visión personal de algunas obras clásicas de la historiografía andaluza sin las cuales el trabajo de los investigadores de hoy sería imposible. Entre las obras reseñadas se encuentran los libros de Antonio Domínguez Ortiz, Julio Caro Baroja, Antonio García Baquero, Manuel González Jiménez, Antonio Miguel Bernal, Juan Díaz del Moral, Ronald Fraser, etc.
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