A iniciativa de Juan Rodríguez de Fonseca, los Reyes Católicos decidieron poner fin a la exclusividad colombina para viajar al Nuevo Mundo y abrir la ruta a expediciones de particulares previa capitulación con la Corona. La concesión de licencias a particulares, que se comprometieron a financiar el viaje atrayendo fondos de socios capitalistas, inició una nueva y decisiva etapa en la historia de la navegación: la protagonizada por los “viajes andaluces”, así llamados porque partieron de distintos puntos de las provincias de Huelva, Cádiz y Sevilla.
Ciertamente, la escasez de documentación existente para conocer cada uno de estos viajes, el innegable hecho de que las protagonizadas por el Almirante Cristóbal Colón han eclipsado el resto de expediciones de sus contemporáneos, así como la calificación de estas expediciones como “viajes menores” por el gran marino e historiador Fernández Navarrete, han restado presencia a estos importantes viajes que, sin embargo, contribuyeron de manera fundamental al avance del conocimiento geográfico de la época.
El dosier del último número de la revista Andalucía en la Historia, coordinado por el catedrático de Historia Moderna de la Universidad de Huelva, David González Cruz, recupera esta fascinante etapa de nuestro pasado. Ocho especialistas, Adelaida Sagarra y Jesús Varela (Universidad de Valladolid); Carmen Mena (Universidad de Sevilla); María Montserrat Guerrero (Universidad de Burgos); Annalisa D’Ascenzo (Università Roma Tre); Julio Izquierdo y David González (Universidad de Huelva) y Diego Ropero (Archivo de Moguer, Huelva) recorren el itinerario, los protagonistas, los avances cartográficos, los intercambios comerciales (algunos de ellos fallidos) y también las múltiples incidencias –naufragios , tempestades, encarcelamiento, comercios de esclavos, muertes…– de estos “viajes andaluces”.
Fletados con fines comerciales por los marinos, para la Corona estos viajes –consignados en la documentación de la época como expediciones de “descubrimiento y rescate”– fueron fundamentales por varios motivos. De un lado, porque era importante romper con el monopolio del Almirante con quien había abiertos algunos contenciosos. De otro, porque había que contrarrestar el avance de las navegaciones portuguesas. Y, por último, porque se debía continuar con la búsqueda del ansiado paso a la Especiería, que ya tratara de hallar Colón en su primer viaje y que solo se alcanzó dos décadas después, en el curso de la expedición Magallanes-Elcano.
Estos “viajes andaluces” se extendieron entre 1498, fecha del tercer viaje colombino, y 1503, momento en el que se fundó la Casa de la Contratación en Sevilla para fomentar y coordinar las navegaciones a Ultramar. Las primeras fueron las expediciones de Alonso de Ojeda, Juan de la Cosa y Américo Vespucio; Cristóbal Guerra y Pedro Alonso Niño; Vicente Yáñez Pinzón y Diego de Lepe.
Tras la confección en 1500 del extraordinario mapa de Juan de la Cosa, en el que por vez primera se recogía el “Mundus Novus”, el cuarto continente que se añadía a los ya conocidos de Europa, África y Asia, los viajes continuaron buscando el paso hacia la Especiería, enviando en 1500 a Alonso Vélez de Mendoza junto a Luis Guerra a completar el conocimiento de las costas del actual Brasil, y a Cristóbal Guerra a la zona de Venezuela. Les seguirán, entre otros, Rodrigo de Bastidas y Juan de la Cosa, en 1501, y Cristóbal Colón, en 1502 (su cuarto y último viaje).
De este modo, como señala el profesor González Cruz, Vicente Yáñez Pinzón se convirtió “en el primer marino que exploró las costas de Brasil y el río Marañón antes que apareciera en escena Cabral enarbolando la bandera lusitana”. Pedro Alonso Niño se destacó por ser “el navegante de su tiempo que más cerca estuvo de la línea equinoccial” y, por ejemplo, Rodrigo de Bastidas y Juan de la Cosa descubrieron “las costas atlánticas del istmo de Panamá antes que Cristóbal Colón lo hiciera en su cuarto y último viaje”.
Además de este monográfico, el último número de la revista Andalucía en la Historia, correspondiente a los meses de abril a junio de 2022, incluye varios artículos de cronología y temática diversa: el dedicado a las últimas investigaciones en torno al templo de Melqart/Hércules Gaditano; la Galera Real de Felipe II; la familia Butler; el Tercio de los Quatro Reynos de Andalucía en Buenos Aires; la historia del traje de flamenca; la Conferencia de Pizarra tras el Desastre de Annual; los cañones Calabrino y Caminante de Melilla; los 40 años del Parlamento Andaluz; la revista La Ilustración Regional; o el cartógrafo jiennense Francisco Coello de Portugal y Quesada, en el segundo centenario de su nacimiento.
Editada desde 2003 por la Fundación Centro de Estudios Andaluces, la revista de divulgación Andalucía en la Historia cuenta ya con 75 números publicados. Escrita por historiadores, archiveros, investigadores y periodistas culturales, tiene un carácter generalista, ya que aborda temas que van desde la Prehistoria hasta la Historia del Tiempo Presente. Está dirigida al gran público no especialista interesado en conocer el pasado de Andalucía, sus acontecimientos, personajes, hitos y documentos. Cuenta con un consejo científico asesor formado por catorce investigadores, encargados de velar por el rigor de sus contenidos.
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