A comienzos del siglo XIX Andalucía padecía el azote de numerosos brotes epidémicos de enfermedades como la viruela, la peste, el tifus y la disentería. De especial virulencia en esos años fue la epidemia de fiebre amarilla que, entre otras ciudades, asoló Cádiz, Huelva, Sevilla, Málaga y Granada. Tan difícil fue atajarla que, en otoño de 1800, se adoptó la decisión extrema de aislar militarmente a Andalucía para establecer un cordón sanitario. A partir de esa fecha, la máxima gravedad pasó a estar entrañada por los brotes de otra pandemia: el cólera morbo, que en el caso de la oleada que asoló Andalucía y España en 1833 causó nada menos que 408 fallecidos solo en la ciudad de Huelva, y en torno a 6.500 en Sevilla ciudad, donde enfermaron 24.000 habitantes (la cuarta parte del total de su población). De este modo, el azote de las enfermedades infecciosas llevó aparejado el crecimiento de la tasa de mortalidad en la Andalucía del ochocientos, pasando del 30,7 por mil en la década de 1861-70, a 48,7 por mil en 1897, en su cota más elevada en Sevilla, como consecuencia de una epidemia de viruela.
Este terrible impacto de las enfermedades en plena época contemporánea tuvo, sin embargo, una consecuencia positiva a medio plazo: la sensibilización de la clase política hacia la necesidad de implementar políticas de salud pública en las ciudades y las villas. No en vano, los médicos higienistas llevaban décadas alertando de que velar por la salubridad de las poblaciones era un imperativo inherente a la labor de gobernar y de legislar. Aunque con cierto retraso respecto a otros países europeos, como Gran Bretaña y Francia, los gobernantes de los municipios andaluces y españoles comenzaron a poner en marcha reformas legislativas y nuevas planificaciones urbanísticas en pos de la salud pública.
Este cambio de mentalidad marcó, sin duda, un antes y un después en la historia de la medicina y la salud pública en Andalucía. El dosier del nuevo número de la revista ‘Andalucía en la Historia' ahonda precisamente en sus etapas, acercando al lector a una de las perspectivas fundamentales de su desarrollo: la evolución de los cuidados. El monográfico, coordinado por los profesores de Historia de la Medicina de la Universidad de Sevilla, Víctor Manuel Núñez García y Encarnación Bernal Borrego, hace hincapié en la práctica de la medicina en distintas etapas de la historia (al-Andalus, el Barroco, la Ilustración, el siglo XIX, los años previos y posteriores al proceso autonómico andaluz, etc.) al tiempo que incide en sus profesionales, los avances científicos y las diversas estrategias seguidas para hacer frente a los problemas de salud.
Con este objetivo, el dosier ha convocado a seis especialistas en la materia. El primero de ellos es Camilo Álvarez (Escuela de Estudios Árabes del CSIC), quien aborda la cuestión de la medicina en la época andalusí, absorbiendo y desarrollando distintas tradiciones medicinales, entre las que destaca la griega. El profesor Juan Ignacio Carmona (Universidad de Sevilla) realiza un estudio de la asistencia hospitalaria del Barroco, destacando que toda la red tenía como objetivo lograr la salvación de las almas de quienes la crearon (nobles, órdenes religiosas, etc.) antes que la sanación de los enfermos. Por su parte, el investigador Diego Feria (Universidad de Huelva) pone el foco sobre las mujeres y los hombres que ejercieron de enfermeros en la Edad Moderna, mientras que la historiadora María José Ruiz Somavilla (Universidad de Málaga) analiza cómo el baño formó parte de la cotidianeidad greco-romana y árabe y cómo esta práctica fue sustituida por la de la limpieza seca y el uso de ropa por el miedo al contagio. Por último, la historiadora María Luisa Calero (Universidad de Sevilla), explica cómo se desarrolló el movimiento higienista en la Andalucía del XIX, mientras que la profesora Concepción Cruz (Universidad de Sevilla) se adentra en la reforma sanitaria desarrollada como consecuencia del proceso autonómico andaluz.
Con ocasión del vigésimo aniversario de la muerte de José Luis Sánchez Ortiz de Lanzagorta, la revista ‘Andalucía en la Historia' le rinde homenaje recordando sus facetas de maestro, escritor e impulsor del grupo de autores denominados "narraluces", periodista e infatigable investigador del andalucismo.
Asimismo, coincidiendo con la celebración del centenario de la Asamblea de Ronda la revista analiza cómo se desarrollaron sus jornadas y cuáles fueron las líneas fundamentales del programa político aprobado, que pasó por el reconocimiento, por vez primera, de la autonomía política para Andalucía.
Entre sus artículos, el nuevo número de la revista ‘Andalucía en la Historia' da pautas para reinterpretar la prehistoria en clave feminista; recorre los avances arqueológicos hallados en la monumental Plaza de Armas del Alcázar Real de Écija; reivindica el papel de Leonor de Guzmán, la mujer nacida criada que llegó a condesa tras un inesperado encuentro con el duque de Arcos; las desventuras del explorador Alvar Núñez Cabeza de Vaca; la huelga minera de 1913; y los caminos andaluces del azogue, el mineral procedente de Almadén que era vital para amalgamar la plata y el oro en las Indias.
Hay que destacar también que la revista publica un artículo que contextualiza la inédita foto de un grupo de prisioneros republicanos encarcelados en el castillo de Santiago de Sanlúcar de Barrameda datada en septiembre de 1936 que fue tomada por un miembro de la marina alemana que, días antes, había desembarcado en las aguas del Guadalquivir en loor de multitudes.
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